Es curioso el efecto ansiolítico que ejerce el atletismo sobre nosotros. Nos es indiferente que la semana en el trabajo o en la universidad haya sido un desastre, que nuestra pareja ya no nos quiera mirar para la cara o que no tengamos ni para tomar un café, da igual, todo eso da igual cuando el cosquilleo de la competición empieza a aparecer en nuestro estómago.
Ni que decir tiene que llevo más de un mes sin buenas sensaciones, arrastrando cansancio y fatiga muscular, haciendo entrenamientos más que mediocres que me llevaron a replantearme los objetivos de la presente temporada. Pero como bien dice nuestro refranero, "donde menos te lo esperas salta la liebre" y, así a sido. Debido a la posibilidad de poder descansar algo más esta semana, poder dormir entre 6 y 8 horas digo, y no salir de parranda el fin de semana, me he encontrado con unas sensaciones que hacia tiempo no experimentaba.

Otro motivo por el que me ilusiona correr mañana es por el escaparate, Madrid. Son muchos los recuerdos que guardaré de ahora en adelante de esta ciudad, muchos los rincones en los que me he acurrucado y muchas las horas que he pasado en su metro o en sus parques. Volver, en estos momentos de mi vida, sé que me costaría, me costaría si lo hiciera solo, pero no estoy solo, estoy arropado por la mejor compañía posible, por mis amigos, esos que están ahí todos los días y a todas las horas.

Una ciudad inigualable, una compañía inmejorable y unas zapatillas de competición........¿Se puede pedir más? No, la verdad es que no.
Un saludo